miércoles, 18 de marzo de 2015

EL ORIGEN DE LAS BRUJAS




Nadie conoce el origen exacto de las brujas pues constan informes que han existido desde los albores de la humanidad. Hay dos teorías sobre la existencia de tales seres místicos.
En primer lugar, la práctica de los rituales simbólicos desde tiempos del Neolítico. La primera demostración del arte de devoción a estos actos se encuentra en las cuevas neolíticas, donde había ilustraciones de los rituales con adoración a las diosas de la fertilidad de los pueblos primitivos.
Por lo tanto, las experiencias visionarias, la caza ritual y las ceremonias de curación han estado siempre presentes en los símbolos y las metáforas de cada cultura. En Gran Bretaña, las sacerdotisas druidas se dividían en tres clases. Por un lado, las mujeres que vivían en los conventos en un régimen de celibato y ocupaban la clase más alta. Las otras dos clases, que eran las sacerdotisas, podían casarse y vivir en los templos o con sus maridos y familiares. Con la era del cristianismo, fueron llamadas de brujas y perseguidas durante mucho tiempo.
En segundo lugar, durante la Edad Media a cualquier mujer alcanzaba el poder, poco a poco llegó a ser considerada como una bruja. Bruja en sánscrito significaba mujer sabia. Las brujas eran llamadas de sabias. La Iglesia, por el contrario, abordaba el término desde una acepción secundaria que significaba mujer dominada por instintos primitivos.
Sin un mito existente, las brujas eran sólo las mujeres que conocían y comprendía el uso de hierbas medicinales para curar enfermedades, y ponían en práctica sus conocimientos en los pueblos donde vivían. Con la llegada del cristianismo, empezando a dominar la era patriarcal, las mujeres se colocaron en el fondo siendo consideradas como objetos del pecado por el diablo.
Muchas mujeres no aceptaron esta identificación y se rebelaron. Las mujeres, dotadas de un gran poder espiritual, comenzaron a recuperar el prestigio que habían perdido lo que comenzó con perturbar el poder religioso. Así, cualquier mujer podía ser acusada fácilmente como bruja y era suficiente con estar casada con ella y el marido acusarla de haber soñado con el demonio.

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